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La Medusa Colectiva nace en una conversación de bar a finales del verano del 2018. Para enero de 2019 se muda al barrio de La Goleta en Málaga. Abre sus puertas para albergar multitud de colectivas, movimientos, proyectos e iniciativas feministas, culturales, autónomas y autogestivas en la ciudad.

Se construye día a día como un espacio autogestionado por mujeres que desde el feminismo autónomo desarrolla un proyecto de sensibilización e intervención comunitaria con perspectiva interseccional, donde se tengan en cuenta aspectos tales como el género, la clase, el rango etario, la etnia, la territorialidad, etc, y como estos se entrecruzan y generan subjetividades diversas.

El nombre La Medusa (en griego antiguo Μέδουσα, ‘la guardiana’, ‘la protectora’) fue elegido tanto por su referencia material al animal que habita nuestras playas, como por la simbólica que alude al mito de la Gorgona del mismo nombre, icono de una mujer convertida en monstruo por un relato fundacional patriarcal en el que las mujeres, si son poderosas, son perversas y han de ser vencidas por héroes masculinos, simbólicos estandartes del nuevo orden patriarcal que se imponía poco a poco miles de años atrás. De nuevo se reproduce esta idea de mujer- monstruo para deslegitimar a aquellas que transgreden la norma y cuestionan lo establecido, un mecanismo para excluir a las mujeres de los espacios de poder y decisión.

Con La Medusa, la aguaviva, hacemos referencia al mar que baña nuestra ciudad y que cala en el subterráneo de cada barrio que pisamos. Nosotras, el cuerpo de la medusa, brotamos de lo subterráneo, del agua que nutre pero que no se ve. De las abuelas, las vecinas, las comadres, que la hacían llegar de lo profundo a la superficie. Ahora brota, produce y se reproduce. Se hace visible.

Reivindicamos así su nombre haciendo una analogía entre las sierpes y los tentáculos a modo de brazos que colaboran en la construcción comunitaria de la realidad transformada y transformadora desde los feminismos.

Resignificamos la monstruosidad y nos la apropiamos, nos vestimos con ella, expandimos mil tentáculos por cada calle, transitando como sangre por las venas de muchos cuerpos y una sola cabeza.

Devenir medusa.

Devenir tentáculo.

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